Si no existe una crítica que logre establecer normas y standards menos efímeros que las cifras de venta de este mes, y que además intente educar al público e inspirar a los artistas en la búsqueda de metas más perdurables, la única fuerza que termina por regir a la historieta es el marketing, con resultados obviamente deplorables para cualquiera que se interese en serio por este medio.
Los críticos tenemos que estar ahí, porque somos la única alternativa a la lógica del marketing.
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