Las características generales de este nuevo movimiento de historietistas son muy concretas. Desde principios de los años 90, entre 15 ó 20 dibujantes, nos cercioramos de la responsabilidad que teníamos y la posibilidad de publicar nuestros propios libros, por eso decidimos crear nuestras propias editorial y revista donde presentábamos nuestras propuestas. Y para tratar de precisar esta ruptura no definimos nuestro trabajo como tradicional, sino como un proceso en desarrollo que rompe con todos los estándars creativos de la historieta. Como nosotros éramos nuestros propios editores, decidimos cambiar el formato y el número de las páginas, así como darle más preponderancia al estilo de autor. Vemos al autor como un tipo de fetiche, por eso en nuestra manera de concebir la historieta tratamos de ocultar la firma del autor. El objetivo de esto es que disminuyendo la presencia del autor, evidenciamos más el trabajo realizado. (...) Para mí el lenguaje principal que la nueva historieta ha hecho llegar puede resumirse en una oración: en todo instante el lector puede llegar a ser el autor. (...) A partir de que se alcanza un nivel alto en el conocimiento en la materia, para encontrar placer, tenemos que enfrentarnos a algo que tenga suficiente calidad para lograr placer. Por eso digo que la nueva historieta necesita una nueva educación visual, un cierto conocimiento literario, por eso se orienta hacia los adolescentes y jóvenes más que hacia los niños.
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