Por Berliac.
Hoy, puede afirmarse, es el editor quien se adapta a los requerimentos de la obra, y no viceversa. El historietista de hoy ya no necesita enriquecer un mercado o crear un sucedáneo destinado a un público entendido. El historietista de hoy cuenta solo consigo mismo, y posee la total libertad para hacer la obra que él, y nadie más, considera que hace falta agregar a la enorme tradición de la historieta en nuestro país. Y esta libertad, como cualquier otra, conlleva no pocas responsabilidades.
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